Jeannette Molina Caire nació en el seno de una familia de clase media alta de Hermosillo, Sonora. Tuvo una niñez extraordinariamente feliz y una adolescencia  rodeada de los amigos de su clase disfrutando de todo cuanto la vida le puso enfrente.

Después de concluir sus estudios profesionales y laborar en diversas empresas, se casó con el hermosillense Ricardo Ibarra Astiazarán, y a la vuelta de unos años fue madre de dos hijos: Gilberto y Jeannette.

Para entonces su vida plena ya estaba completa con una familia de ensueño.

Pero el destino le tenía reservado un camino que jamás imaginó tendría que recorrer. Un sencillo malestar físico la introdujo a un laberinto en el que recorrió una a una sus veredas por casi doce años, hasta que, de manera circunstancial, encontró por fin la puerta de salida de aquel horrible recorrido.

Esta es la historia de esa parte de la vida de Jeannette, una historia que demuestra que a pesar de la situación que estemos viviendo, la actitud con la que enfrentemos es lo que hace la diferencia entre una persona y otra.

Todos los laberintos tienen una salida, pero hay que tener fe, paciencia y tolerancia para encontrarla en el momento indicado como sucedió en la historia de Jeannette.