C. G. Jung nos presenta ciertos temas capitales que en sus anteriores trabajos solo consideraba dentro del conexo general y brinda un tratamiento directo su más discutida hipótesis, la del inconsciente colectivo. Partiendo de un fenómeno subjetivo, individual, se alcanza la historia psicológica de la humanidad y se intenta mostrar cómo, en cada hombre, guárdanse latentes las experiencias, representaciones y emociones de la humanidad toda.
Entendida la religión como una fe viva, como un entusiasmo espontáneo, explícase en virtud de que el hombre la necesita premiosamente –sea cual fuere la religión ingenua o superior–, a fin de lograr un feliz desarrollo y adaptación de su personalidad. Se indica por qué debe dejarse libertad al alma para encontrar una auténtica solución religiosa como expresión de la propia peculiaridad total, consciente e inconsciente, y cómo la imposición al hombre de una moral y religión tradicionales constituye una fuente de conflictos neuróticos.
Por consiguiente, también en esta materia –y no podía ser de otro modo– Jung se opone a la explicación freudiana de la religión como una gran neurosis obsesiva, como un falso sentimiento de seguridad logrado por el enmascaramiento de las neurosis menores de la existencia.