Las teorías del sociólogo francés Gustave Le Bon (1841-1931) fueron expuestas principalmente en Psicología de las masas, publicado por primera vez en 1895. Pese a sus evidentes falencias, implicaron una labor pionera en el campo de la naciente psicología social, que influyó en muchos desarrollos posteriores (a favor o en contra).
De hecho, el texto señero de Sigmund Freud Psicología de las masas y análisis del yo (1922) constituye una crítica explícita a los estudios de Le Bon. Este define claramente el contexto sociopolítico de su trabajo en la Introducción: “Hoy en día los reclamos de las masas se están volviendo cada vez más claramente definidos y significan nada menos que la determinación de destruir completamente a la sociedad tal como ésta existe actualmente, con vista a hacerla retroceder a ese primitivo comunismo que fue la condición normal de todos los grupos humanos antes de los albores de la civilización. Las exigencias se refieren a limitación de las horas de trabajo, nacionalización de las minas, ferrocarriles, fábricas y el suelo; la igualitaria distribución de todos los productos, la eliminación de todas las clases superiores en beneficio de las clases populares, etc.”. Para Le Bon, “por el simple hecho de estar accidentalmente el uno al lado del otro… un cierto número de individuos adquiere el carácter de una masa organizada” y, por ende, una psicología, hasta cierto punto, unificada por una suerte de “contagio” (que produce una “unidad mental”).
El comportamiento de esta masa o multitud se vuelve más que nada inconsciente, o irracional, y por eso puede ser manipulada por el líder, la contrafigura esencial en los argumentos de Le Bon: “En el caso de las masas humanas el jefe con frecuencia no es nada más que un pandillero o un agitador, pero como jefe juega un papel importante. Su voluntad es el núcleo alrededor del cual obtienen identidad y se agrupan las opiniones de la masa.
Constituye el primer elemento para la organización de masas heterogéneas y allana el camino para su organización en sectas. En el ínterin, las dirige. Una masa es un rebaño servil, incapaz de estar sin un amo”. Muchas de estas antiguas argumentaciones han retornado recientemente en el análisis superficial de los actuales “populismos”.