Con Oros siempre lejanos, Alex Ramírez irrumpe en la poesía navegando en un ritmo grave, con tonos y acentos álgidos.
Los poemas de estas páginas reclaman el latir de la lluvia, el recuerdo que huye en desbandada, “toda memoria es la primera resurrección de los sentidos”; la esperanza “… es solo una bestia que mora entre las aguas” y puede ser también “una boca que ya se derrama en impasible río”; implora el pasado continuo.
En arrebatados versos fraguados en la “cavilación del hierro” explora el paso del tiempo y este devenir sempiterno.
Nos comparte así los profundos caminos que ha recorrido con un logrado pensamiento creativo. Sus hallazgos e imágenes son insólitas.