Ellas se defienden: que la Poesía carece de sexo, dicen, y no hay por qué hablar de poesía femenina… aunque uno, varón, siente en los versos de mujer el perfumado aliento del jadeo amoroso, la punzada de los celos, el suave peso de una cabeza pensativa sobre el hombre (¿o no sucede que uno, varón, nunca ha sabido mirar a la mujer con ojos académicos sino de pedigüeña insaciable ternura?).
No llamemos, pues, a los que contienen este volumen, versos de mujer o poesía femenina, sino, en honor de la inmortal que protegía a las artes, Los cantos de Minerva, que el Instituto Sonorense de Cultura presenta con orgullo a los lectores de México (luego discutiremos usted y yo, varones, si es igual o diferente el rumor de los besos en estos poemas escritos por mujeres, digo, por Minerva).
Carlos Moncada