Alrededor de la época del México colonial, Justo Sierra (padre) publicó su interesante novela La hija del judío.
Casi veinte años después entraba Vicente Riva Palacio en el mismo campo con la novela Monja y casada, virgen y mártir. Se había interesado en el estudio de nuestra época colonial, cuya historia escribió para la obra México a través de los siglos.
Poseyó además, lo que Genaro García llamaba «la parte más selecta del archivo de la Inquisición de México»: unos setenta volúmenes de documentos que, a la muerte de Riva Palacio, fueron a parar a la Biblioteca del Museo Nacional.
De esos documentos sacó nuestro autor inspiración y muchos datos para sus novelas de ambiente colonial.