Los relatos de La sierra y el viento (1977), impregnados de un sabor telúrico inconfundible, capturan la esencia de los habitantes de la sierra Madre sonorense y la entregan al lector sin artificios ni truculencias, razón por la que Carlos Montemayor afirma que en su texto de presentación que el libro es “el cuento de nuestros tenaces sueños, la historia de nuestra imborrable sierra, el relato de la vida que en la inmensidad de la sierra se engrandece”.