Estas breves notas forman parte de una obra donde se estudian, a la luz de la historia, las cuestiones palpitantes de México y las principales figuras de la última revolución. Dos motivos me obligan a no dar a la estampa la mayor parte de la obra mencionada: primeramente, el haber yo participado en la Revolución misma, en segundo lugar, mi deseo de suspender por ahora todo juicio sobre personas, salvo en los casos indispensables.
Como trato de exponer un mal, hago momentáneamente abstracción de las cualidades del pueblo mexicano y sólo me ocupo en notar algunos de sus defectos. ¿De qué serviría el ardid retórico de ir escribiendo un elogio —por merecido y justo que sea— al lado de cada censura? El respeto a la seriedad del asunto, el respeto a la categoría de lectores a que he destinado esta publicación, me aconsejan huir de abuso semejante.
La tarea, así reducida al papel de censura, no podía menos de ser penosa y, en todos los sentidos de la palabra, impopular. Por eso he dado a estas notas una publicación limitada, procurando que solo lleguen a quienes sean capaces de leerlas sin ira y con provecho.
El autor