Escritos con precisión poética, los cuentos que conforman La loca Tula vio caminar al diablo por las calles del pueblo ofrecen al lector un viaje interminable en el que se entrelazan las historias con el imaginario individual.
Etéreos, difusos, casi fantasmales, los personajes aparecen y desaparecen igual que los lugares donde transcurren, lugares donde parece que el tiempo se ha estancado. Se trata de historias que se desbordan desde el principio, manteniendo en vilo la incertidumbre.
El lector debe asomarse a La loca Tula vio caminar al diablo por las calles del pueblo preparado para un viaje que agota, que exprime por la travesía donde el calor agobia, el sol quema, el frío muerde y las sensaciones invaden el mundo como una duda que se aloja abarcándolo todo.