En el agradable transcurrir de estos casi seis años dedicados a la preparación, investigación y conclusión de esta narrativa histórica de una escuela y de su familia, hubo siempre una inquietud que daba lugar, en ocasiones, a verdaderas mortificaciones.

Esos escrúpulos que obligan a plantear, de manera sincera, algunas muy necesarias consideraciones.

Por ejemplo, del total de treinta y ocho capítulos que integran esta obra, veinticuatro de los mismos están dedicados a los maestros don Félix Soria Bañuelos y a doña Concepción Larrea de Soria, fundadores del primer plantel educativo y cuyo desarrollo constituye el motivo fundamental de este relato.

Se habla en éste, de los viejos mentores, de su tiempo y de sus logros. Todavía privan ocho apartados más, referidos a distinguidos colegas, así como a acontecimientos sociales y políticos que, de una u otra manera, se relacionaron o tuvieron influencia en la evolución de la propia institución.

Queremos pues hacer sentir al lector que esta historia escolar está fundamentalmente referida a aquellas primeras décadas, aunque, a propósito del desenvolvimiento en el devenir histórico, se llega hasta el nacimiento de la Universidad del Noroeste, último y sólido eslabón de ésta, vale la figura, gran leontina educativa.

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