La obra de Miguel Méndez, analizada por numerosos académicos, registra la vida y el lenguaje de las comunidades chicanas, aporta una voz distinta en el marco de la literatura canónica y registra el acontecer lingüístico producto del encuentro de dos culturas.
Junto a Peregrinos de Aztlán, Santa María de las Piedras es una de las obras emblemáticas del autor donde atestigua el dolor intrínseco de la migración, la hibridación cultural y los cambios y anomalías del lenguaje.