Cinco fueron las Cartas de relación que envió Cortés a la corona: la primera, enviada a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, perdida pero reemplazada históricamente por una relación con igual motivo por la justicia y regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz (1519) en la cual refiere los primeros acontecimientos en tierra firme, la fundación de la Villa Rica, y solicita la autorización real para que se lo tengan por justicia mayor y capitán general de la armada. La más notable por su valor histórico y literario es la segunda (1520), en la cual narra el desembarco en México y las luchas que condujeron a la toma de Tenochtitlan y su pérdida posterior. La tercera, cursada desde Coyoacán (15 de mayo de 1522) relata la retirada de Tenochtitlan en la noche triste, los preparativos del asalto y la toma de la ciudad en una gesta de dramatismo homérico. En la cuarta (Tenochtitlan, 15 de octubre de 1524) refiere esencialmente la organización del estado conquistado y su intención de continuar ocupando los territorios anexos. La quinta carta (Tenochtitlan, 3 de septiembre de 1526), narra su penosa expedición a las Ibueras (Honduras), se extiende en consideraciones sobre el juicio de residencia que estaba por hacer y se interna en pormenores menos épicos, como gastos, sinsabores y pobreza familiar.
El contenido de las cartas es complejo y en ellas se transparenta Cortés, mezcla de místico, héroe y artista. Estas cartas, que fueron publicadas mucho más tarde, son documentos muy interesantes por las revelaciones que contienen y permiten apreciar el complejo mundo espiritual de este conquistador, hombre capaz de oscilar en su comportamiento entre la dulzura comprensiva y la represalia ejemplarizadora más cruel. La edición completa de las cinco cartas es de 1868.