Primera de las obras de poesía épica española, el Cantar de Mío Cid no sólo recoge las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, sino también los balbuceos del espíritu castellano. Difundido por los juglares en plazas y castillos, el poema constituye, al tiempo, una exaltación de los grandes valores del honor y la libertad y un cuadro de costumbres de la época.