En este magnífico thriller norteño acudimos a un banquete de personajes entrañables muy bien delineados y, en ocasiones, de microscópicos trazos donde la corriente del pensamiento va dibujando íntimas estampas; una obra de personajes al límite que revientan hasta el delirio del cómic, la novela policiaca, personajes que nos hablan de una sociedad convulsa, desesperanzada, donde todas las salidas de emergencia se han cerrado lo único que les queda es dejarse arrastrar por su retorcido azar.

El insólito paisaje que se revela en la obra tiene su geografía y su color bien definidos en ese territorio de Sonora marcado por los estragos del narcotráfico, de manera que sus secuelas flotan en el aire de la atmósfera que esboza el autor en cada escena.

Los diálogos son un pedazo de carne fresca sobre la escena, crudos, potentes, echados pa’lante, sin piedad ni concesión alguna, con un ritmo vertiginoso que permite la nítida progresión dramática.

Abel Balitas es una obra con corrosivo humor negro, de sorprendente entramado, lúcida estructura, con un sólido manejo de tiempos y espacios que se yuxtaponen entre sí, una pieza provista de una afortunada y madura voz propia, con una sucesión de constantes vueltas de tuercas, suspenso y revelaciones que seguramente mantendrán al espectador al filo de la butaca.